Sabes, la tarde se derrumba frente a mis ojos.
Los rayos de sol reflejan algunos tonos
rojizos en mi cabellera. Y tú no estás para verlos.
El frio comienza a surgir entre
los arboles tímidos sin sus hojas, como yo en algunos momentos. Y tú no estás
para sonrojarme.
El viento ha levantado un par de
hojas amarillentas y ha hecho un remolino y al parar, las hojas caen como unas bailarinas en su
danza, ¡qué bello se ve! Y tú no estás.
Mi boca se vistió para ti, luce
un vestido rojo que bien se lucirían en tus ojos. Y tú no estás.
Mis ojos se profundizan con el
tiempo, miran con madurez y esperanza. Y tú no estás, para buscarte en ellos.
Las ramas se mueven y crean un
sonido, parecen que hablan de mí, como si fuera un cuento. Y tú no estás para contarlo.
Mi cuerpo se cubrió de excusas y
dolores, por qué no conoce tú latido en él. Y tú no estás para
que entone una canción con el tuyo.
Odio las rosas, no las quiero,
cada vez que las toco me recuerdan que no eran para mí. Y Tú no estás para
traerme “esas” que tanto me gustan.
Mis pies están descalzos, quizás
como los tuyos, algo me falta. Y tú no estás para caminar juntos.
El sol se ha ido…y sujeto mis
manos para no escribirte, porque sé que
no puedo tenerte. Tú no estás.
