A veces lluevo con la rudeza de mis angustias y la
necesidad de mi tierra estéril. Puedo inundarme por dentro y destilar por mis poros certezas acostadas en algún recinto del corazón cansado. Doy cobijo al mapa
sensible y trato de crear nuevos caminos para desandarlos y recoger lo que no
vi florecer. Me vuelvo indigente a la penumbra de la ceguera tan evidente como
cruel. Y cada gota que derramo es una
ocasión de gestar primaveras en
desiertos sin nombre.
A veces lluevo para convertirme en pradera y te encuentro en cada huella con nuevas formas
y profundidades. Lluevo y te respiro.
AVG
