El último viernes de la semana prometió lo mismo de siempre; rutina,
finalización de las rendiciones y dejar
todo impreso sobre el escritorio del
jefe. El ambiente en la oficina, huele a descanso, a salidas el fin de semana,
asados con amigos y a recorrer la vera
del río. Al Pepe le quedaban un par de
años para jubilarse, ni se le ha cruzado pensar en lo que vendrá después. Divorciado desde hace 9 años, sin pareja, dos hijos con vida adulta
y un perro que lo espera todos los días. Por la tarde de ese viernes de
marzo tenía turno para controlar su
deficiencia respiratoria por ser un gran fumador; vencer la adicción no le ha
sido fácil, ha reducido la cantidad de
cigarrillos por día, pero su paso se ha vuelto agitado y lento.
Por la tarde le llega el mensaje del jefe, “a partir del lunes entramos en
cuarentena, les estaré enviando novedades, por ahora no se asiste a la oficina”
Rulo escuchó las noticias en varios canales y sus hijos le llamaron para
decirle que él está dentro del grupo de riesgo y que no salga por ningún
motivo, ellos le iban a acercar lo que necesite.
Desde ese día han pasado casi 6 meses, ha visto a sus hijos cada vez que le
llevan mercadería y remedios. Ha bajado de peso contrariamente cuando todos han
subido. Se ha permitido salir a pasear
al “Tigre”, pero un enorme vacío lo ha tomado por entero. No realiza teletrabajo, alguien lo ha reemplazo en la
oficina, pareciera que nadie lo necesita, se siente invisible y de desecho. Toda su vida ha trabajado, formó un hogar, ha sido el sostén de la familia y el cansancio ha sido parte de su respirar por
años, primero trabajando horas extras
para terminar la casa, luego vinieron los hijos, pagar las vacaciones, la
universidad de los chicos, el divorcio y estos últimos años la soledad ha sido su refugio. Tigre y él, se han organizado durante el aislamiento, los primeros meses el
desorden de los horarios fue
desencadenante de un estrés que nunca había vivido, “estar sin hacer nada”,
¿pero qué hacer? Por primera vez en su vida, se ha preguntado, qué le gustaría
hacer. Pisando sus sesenta años, recordó que alguna vez quiso estudiar
cinematografía, es un amante del cine, durante este tiempo se ha dedicado a ver
cientos de películas, pero ¿qué más? El día es largo y las horas parecieran que
pasan sin mucho ruido. Ha pintado las paredes más viejas de la casa, ha
ordenado los papeles e incluso aquellos que detesta ver. Creó una cuenta en
Facebook y ha conocido a alguna que otra mujer que ha despertado el interés por volver
a sentir algo. A veces se queda mirando la vida a través del balcón, observando
sin que su respiración participe en el
tiempo de la contemplación. Reconoce que
su soledad ha sido elegida y en cierto punto deseada. Pero la pregunta sigue
haciendo ruido y la búsqueda de la respuesta lo ha puesto por primera vez en el
camino del deseo. Aislarse para volver a verse.
