Anoche volvió un compañero, suele dejarme sin dormir muchas noches. Nada
alcanza para cubrirme y alejarme de él. Es amigo del viento y llega para meterse
con su poderío en los agujeros de la chapa que cubren el techo. Se queda en el barro donde apoyo mi
cama que la comparto con mi hermano. En la oscuridad pude ver un haz de luz de
la enorme luna que cubrió el cielo. Me tiembla el estómago, duele y cómo duele,
a veces hace ruido de tanto vacío. Tengo los pies fríos, ni los de mi hermano
se calientan. El viejo se quedó dormido después de chuparse todo y cagar a
golpes a la vieja. Es al qué más temo, me hablan de monstruos debajo de la cama o de esos que salen de un
ropero, pero a mí no se me aparecen.
El barrio está en silencio debe
ser que falta poco para que el sol aparezca. Sueño con que caliente mi cuerpo,
y también con un jarro de mate cocido tibio
para que me descongele. Capaz la vieja hace pan y algún guiso. Pancho se acuesta
sobre mis pies y eso es maravilloso,
ahora me duermo. Mañana voy a cazar algunas
ranas, me dijo Juan que vio varias en la costa, ahí donde muere el río. Fritas con sal, ¡qué más puedo pedir! Y cómo
nos vamos a divertir, sino son las
anfibias (como le dice mi Seño, creo que la estoy extrañando) serán los palomones que andan por
acá. Me está entrando algo de sueño y calor. La pucha que frío hace.
AVG



