Hoy escribí en mi cabeza, empezó como siempre, una frase y un sentimiento pegado.
“Podrías haber sido más humana”
Mónica, no pudo ser más humana. Rompía o fragmentaba todo vínculo. Era carente del simbolismo de un abrazo. Distante y no dejaba que nadie invadiera su espacio imaginario.
No recuerdo haber escuchado su risa, ni mucho menos esa enorme carcajada que retumbara en la sala.
Solía recorrer la casa, ordenando todo a su paso y ¡cuidado con los inmortales!, si algo quedaba fuera de lugar, sus gritos eran conocidos por el eco grave de su voz.
Una sola vez, habló de su embarazo, como algo totalmente extraño a ella, quizás por esa razón siempre miró a su hijo con lejanía y dureza.
No le enseñó sobre emocionalidad, ni como demostrar su sensibilidad que hoy es tan profunda y doliente.
Enfermó y estuvo varios meses en cama, la cuidé con la ternura que ella nunca conoció y menos pudo convidar a Franco.
Cada vez que la cambiaba solía decir: Gracias, no es necesario que lo hagas.
Franco se quedaba horas a su lado, anhelando algo que ella no podía.
Se marchó una hermosa tarde de primavera, cuando los lapachos rosados florecidos se dejaban ver por la ventana.
Dejó mucho.
Palabras y un abrazo que su hijo jamás conocerá. No pudo ser más humana.
Dejó mucho.
Franco busca desesperadamente no parecerse a ella.
Dejó mucho.
Mónica no pudo ser más humana.
