Hace días que intento escribir esta carta. Pablo me trajo unos papeles que estaban en mi escritorio, tienen una textura fina y casi transparente. Aún no encuentro las palabras adecuadas y mi tono se vuelve frío y distante. Mi terapeuta insiste con la escritura, como si fuera tan fácil dejar plasmado para la eternidad lo que me está pasando. Despedirme de él, es decir adiós a una parte de mí. Y surgen miles de preguntas, si podré volver a sentir, si seré yo o tal vez me convierta en otra persona. No puedo dejar de pensar en lo que dejo, lo bello y todo el dolor, pero mirar hacia el futuro es lo que importa ahora. La enfermera me está haciendo los controles diarios y mi rostro ha adquirido un color más pálido, mis labios se ven cada vez más azulados y ya no puedo caminar. Desde mi ventana se ve hermoso el cielo mientras se deja caer y una pequeña brisa de verano entra sin pedir permiso. Todo es calma y las palabras empiezan a surgir sobre la carta. Me dormí un rato y ella quedó sobre mi regazo. Me despiertan avisándome que ya llegó y me tienen que preparar. Me sentí un poco agitada, las emociones se mezclan y el miedo anuncia su entrada. Está amaneciendo, estoy lista para volver a latir.
Soy escritora,soy todos mis intentos por seguir viviendo.
sábado, 12 de diciembre de 2020
sábado, 14 de noviembre de 2020
El último viernes ( relatos )
El último viernes de la semana prometió lo mismo de siempre; rutina,
finalización de las rendiciones y dejar
todo impreso sobre el escritorio del
jefe. El ambiente en la oficina, huele a descanso, a salidas el fin de semana,
asados con amigos y a recorrer la vera
del río. Al Pepe le quedaban un par de
años para jubilarse, ni se le ha cruzado pensar en lo que vendrá después. Divorciado desde hace 9 años, sin pareja, dos hijos con vida adulta
y un perro que lo espera todos los días. Por la tarde de ese viernes de
marzo tenía turno para controlar su
deficiencia respiratoria por ser un gran fumador; vencer la adicción no le ha
sido fácil, ha reducido la cantidad de
cigarrillos por día, pero su paso se ha vuelto agitado y lento.
Por la tarde le llega el mensaje del jefe, “a partir del lunes entramos en
cuarentena, les estaré enviando novedades, por ahora no se asiste a la oficina”
Rulo escuchó las noticias en varios canales y sus hijos le llamaron para
decirle que él está dentro del grupo de riesgo y que no salga por ningún
motivo, ellos le iban a acercar lo que necesite.
Desde ese día han pasado casi 6 meses, ha visto a sus hijos cada vez que le
llevan mercadería y remedios. Ha bajado de peso contrariamente cuando todos han
subido. Se ha permitido salir a pasear
al “Tigre”, pero un enorme vacío lo ha tomado por entero. No realiza teletrabajo, alguien lo ha reemplazo en la
oficina, pareciera que nadie lo necesita, se siente invisible y de desecho. Toda su vida ha trabajado, formó un hogar, ha sido el sostén de la familia y el cansancio ha sido parte de su respirar por
años, primero trabajando horas extras
para terminar la casa, luego vinieron los hijos, pagar las vacaciones, la
universidad de los chicos, el divorcio y estos últimos años la soledad ha sido su refugio. Tigre y él, se han organizado durante el aislamiento, los primeros meses el
desorden de los horarios fue
desencadenante de un estrés que nunca había vivido, “estar sin hacer nada”,
¿pero qué hacer? Por primera vez en su vida, se ha preguntado, qué le gustaría
hacer. Pisando sus sesenta años, recordó que alguna vez quiso estudiar
cinematografía, es un amante del cine, durante este tiempo se ha dedicado a ver
cientos de películas, pero ¿qué más? El día es largo y las horas parecieran que
pasan sin mucho ruido. Ha pintado las paredes más viejas de la casa, ha
ordenado los papeles e incluso aquellos que detesta ver. Creó una cuenta en
Facebook y ha conocido a alguna que otra mujer que ha despertado el interés por volver
a sentir algo. A veces se queda mirando la vida a través del balcón, observando
sin que su respiración participe en el
tiempo de la contemplación. Reconoce que
su soledad ha sido elegida y en cierto punto deseada. Pero la pregunta sigue
haciendo ruido y la búsqueda de la respuesta lo ha puesto por primera vez en el
camino del deseo. Aislarse para volver a verse.
lunes, 9 de noviembre de 2020
Poesía
domingo, 20 de septiembre de 2020
Paulo
miércoles, 26 de agosto de 2020
A veces lluevo
A veces lluevo con la rudeza de mis angustias y la
necesidad de mi tierra estéril. Puedo inundarme por dentro y destilar por mis poros certezas acostadas en algún recinto del corazón cansado. Doy cobijo al mapa
sensible y trato de crear nuevos caminos para desandarlos y recoger lo que no
vi florecer. Me vuelvo indigente a la penumbra de la ceguera tan evidente como
cruel. Y cada gota que derramo es una
ocasión de gestar primaveras en
desiertos sin nombre.
A veces lluevo para convertirme en pradera y te encuentro en cada huella con nuevas formas
y profundidades. Lluevo y te respiro.
AVG
lunes, 3 de agosto de 2020
Espejos
Una mañana triste de Marzo volví a la “casa de los
espejos”, así la bauticé en mi adultez. Desde niña me fascinaba ver los espejos
de diferentes tamaños que vestían las paredes y rincones de la propiedad de Doña Feli, mi tía abuela. Llegué
con el tiempo justo para el entierro de
Don Julián su esposo. Al final del oficio nos encontramos todos en la casa, allí
estaban sus hijos, nietos, mi madre y yo. En nuestra familia se acostumbra a que después
de una despedida como la vivida, nos juntamos en
torno al mate, algún café, pan casero, queso y salamín. Las conversaciones se hacían intimas, en algún
rincón de la finca, ya sea dentro o en las
galerías nos sentábamos a recordar parte de la vida de Don Julián. Tía Feli, le
pidió a mi madre que se quedara unos días, el aire de campo le vendrían bien, y
seguramente la compañía de ella sería para Tía Feli un bálsamo. La noche llegó
y el sueño no me acobijó, entonces decidí recorrer la casa. Me senté en la sala
y el gran espejo fue cubierto de una tela negra, dicen que el alma del difunto
si se viera reflejado quedaría atrapado y no podría pasar al otro lado. Es
extraño la atracción que me producía ese espejo de estilo francés biselado, tan
antiguo que si pudiera hablar tendría tanto
para decir. Esa noche se sentía frío, y tan solemnemente triste. Caminé hacia
el lado sur de la casa, observando la luna a través de los ventanales y algo captó mi atención, tía Feli iba cubriendo otros espejos, con su paso firme y lento. Volví a mi habitación,
y algún sollozo se escuchaba en la madrugada.
Los días siguientes fueron calmos y pacientes. Los días de
duelo a veces son silenciosos, como permitiendo que el dolor fluya en los que quedamos en la tierra. Los
trabajadores de la finca frutal realizaban su
tarea con la fastidiosa rutina. Mientras tanto me permití sentir la
naturaleza sabia y generosa.
Las hormigas comenzaron a ingresar a la casa, con cierta
rapidez llevándose las migas de pan que habían caído al piso, Tía Feli dijo:
- Se viene tormenta, vení ayúdame a cubrir los espejos, no vaya a hacer que nos caiga un rayo.
Entonces cubrí los 35 espejos que había en la casa. Confieso
que me gustan, pero una vez
me llevé un susto al ver mi reflejo.
La tormenta llegó con todo, vientos fuertes, levantó tierra y
una serie de rayos cortaban la respiración
de lo tan magníficos que se veían al dar y estallar ruidosamente sobre la tierra. Uno
de ellos cayó sobre el viejo roble ardió
casi al instante. Entonces la luz desapareció y las velas se prendieron. Tía Feli
me hizo recordar la vez que un rayo cayó cerca del “Pulí”, el hijo de Don Juan Carlos, que parece que lo dejó sin parte de su hombría o eso es lo que cuenta su ex esposa, mi prima Gretel. El agua llegó
cubriendo todo el paisaje como un hermoso velo de aquella que espera ser vista.
Son esos instantes, en que nada duele, es ser parte de la creación. Tomé un portavela
y fui hasta la despensa y al bajar caí de la escalera golpeando mi
cabeza. Abrí mis ojos y me vi en el reflejo de
un espejo, desde ese día recorro la finca tan libre como el viento.
AVG
martes, 7 de julio de 2020
De las tramas
viernes, 8 de mayo de 2020
El Chirilo
martes, 5 de mayo de 2020
Alerta amarilla
Si mis manos pudieran ser
suaves y delicadas,
pero se han vuelto ásperas y duras.
El agua fría las rompe y el rechazo las deja sedienta de abrigo.
Si mi cuerpo pudiera ser de seda,
pero el desasosiego lo ha convertido en un desierto.
Si mi memoria pudiera olvidar lo que duele,
abandonaría el recuerdo de tus ojos sobre los míos.
Si mi voz pudiera tener esa calma y esa esperanza eterna,
pero los bolsillos están vacíos y la panza duele de hambre.
Si mis letras fueran el romance debajo de un farol,
pero mis cuadernos se escriben con ese que no tiene voz y la suya es tan parecida a la mía.
Si mis piernas fueran tan largas y provocarían deslizarse sobre ellas,
pero están marcadas por las caídas y los golpes de aquellos que quieren dominar mis pasos.
Si mis labios fueran carnosos y atrevidos,
pero sólo habitan en ellos palabras invisibles y aroma a pan recién horneado.
Si pudiera ser todas “ ellas” a la que sucumbes en tus noches
No sería yo y una daga se clavaría en lo que me hace única.
AVG
Querido diario : Recíbeme entre tus hojas vacías para que pueda volver a descansar mi narrativa. Entre los últimos días de este año 2025....
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Había acomodado los acolchados sobre la inmensa cama que hablaba de algunas soledades. Vestida con ropa de dormir, su cara estaba helada y s...
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Quiero tu mirada, desafiante, amorosa y transgresora. Quiero tus manos de poeta, deslizando tus letras sobre el vértice de las pirámides ves...
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Ana Llorente aceptó la soledad como parte de su vida. Joya, su gato suele despertarla paseando su cola sobre el rostro y un maullido sua...









