Querido diario : Recíbeme entre tus hojas vacías para que pueda volver a descansar mi narrativa. Entre los últimos días de este año 2025. Intentaré trazar mis huellas mientras camino por las calles de mi ciudad.
Atte.
Alejandra
Soy escritora,soy todos mis intentos por seguir viviendo.
Hoy a
las 6 am, se registró una temperatura de 33°C, y el canto de las chicharras
anunciaban lo que marca el termómetro.
Jorge trabaja de albañil para mantener a su familia, desde las 8 está
martillando en la casa del vecino del frente. Tiene puesto camisa manga
larga vieja, un pantalón gastado y lleva puesto un gorro, que cada tanto
lo moja para aliviar su cabeza. Es activo, rápido y no para de realizar su
tarea, quiere terminar pronto. Cerca del medio día para, se refresca a la
sombra de un viejo fresno, se prepara un mate y se compró un pebete en la
despensa de la esquina. La dueña de casa, no ha reparado en alcanzarle aunque
sea un vaso de agua fresca, ella prende el aire acondicionado del comedor y se
pasea en ropa liviana como si el mundo de afuera no le impactara ni un segundo.
En unos días se va de vacaciones a Punta del Este con su esposo, un consejero político, por
cierto un hombre bastante desagradable.
Jorge sueña con algún día
retomar sus estudios, quiere ser Prof. de Historia, quizás cuando sus hijos
crezcan. Sueña, sueña. Anoche no pudo dormir bien, el único ventilador que
comparte con su parentela, dejó de funcionar a la madrugada. Los mosquitos los picaron
con tanta intensidad que la familia se brotó y el más pequeño amaneció
con fiebre. Antes de ir a trabajar le sacó turno en el Centro de Salud, para
que su mujer lo lleve.
El hombre necesita cobrar el
día de trabajo, así puede destinar parte de lo ganado al arreglo del
ventilador.
Son las 16hs, finalmente
terminó el día de trabajo, se dirige a la señora de la casa y ella le contesta
que su marido no está y que pase mañana porque hoy no tiene plata para pagarle.
Jorge le pide que algo le dé, pero ella vestida para la pileta, le vuelve a
repetir que pase el día siguiente cerca del mediodía.
Jorge, vuelve a su casa en
bicicleta, pedaleando despacio, con la bronca apagada de tanta injusticia, una
más que sufre por tener alta su dignidad.
El verano no es para el
pobre.
Todo comenzó en un terrible
junio en plena pandemia, la noticia de rostros de amigos fallecidos por Covid
19, fueron posiblemente el detonante. Pedro se fue encontrando cómodo con el
aislamiento. La idea de salir desde hace un tiempo no le estaba aportando
demasiado interés, entonces decidió incursionar cada vez más en la tecnología, realizó compras por internet; otra Tablet, otro celular (con más capacidad para almacenar
archivos e imágenes). Los días fueron
apareciendo sin tiempo que los regulara
ni motivaciones que lo animaran a organizar el escritorio de su computadora. Pasaba
horas eternas seleccionado información, mandando mails, guardando fotos,
archivos y el sólo hecho de pensar en eliminar a cada uno de ellos, le
ocasionaba un terror atroz porque tenía la firme idea firme de necesitarlos en un futuro. Un apego emocional iba
creciendo, a tal punto que sus latidos se aceleraban y la sudoración en sus
manos aparecía frente a la decisión de eliminarlos. La enorme casa quedó pequeña
frente a tanto para “guardar como” y las noches pasaron de frías a cálidas por
inminente verano. A la madrugada se daba
permiso para salir descalzo, pisar el pasto y regar las
plantas del fondo de su residencia; esos
encuentros con la naturaleza le permitían volver a lo esencial, respirar,
observar el firmamento y sentir que aún estaba vivo sin ser un spam.
Pero una larga noche, el brutal silencio exterior no le despertaba
interés, llevaba varios días sin dormir, su espacio único de vida estaba
cubierto de restos de comida y basura. Sus
plantas que tanto cuidaba fueron muriendo de a poco y su gato Fermín, una noche
salió de curioso y no volvió. Sentado frente a la pantalla de su pc, se desconoció
en el reflejo y preso de una gran angustia entró en una ensoñación que eligió
ser uno de sus archivos y viajar a través de la red.
Meses después su gato
regresó, su maullido alarmó a sus vecinos y descubrieron que Pedro ya no estaba y su computadora continuaba
encendida.
Hoy, entre tanta
gente sin rostro,
puedo darme el permiso de sentir el derrumbe.
Que cada lágrima de enojo y frustración,
den paso a ese mar
que aún por razones extrañas sigo reteniendo.
Ocho milímetros de roca arcaica vuelven a dejarme
otra vez vulnerable,
sin mucho horizonte, sin proyectos a corto plazo.
Esta vez, juego con la ventaja de saber cómo va a doler, y de noches sin
dormir.
Afrontar sintiéndome continente, hay mucho que sostener.
Quizás por esa razón, no me quedé esa noche a contemplar ese amanecer.
Y esas palabras que comenzaron a efervescer en mi mente al compás de mi latido asustado e incrédulo, no quise decírtelas y
las dejé volar a esas
alturas.
Esta noche puedo,
vacilar frente a la luna.
Escuchar el ladrido de los perros huérfanos.
Sentir el aire un poco fresco.
Cerrar los ojos y escucharme en la súplica
Abrazarme al silencio y a la figura imponente que es la soledad.
Mañana será otro día.
Mañana.
Querido diario : Recíbeme entre tus hojas vacías para que pueda volver a descansar mi narrativa. Entre los últimos días de este año 2025....