viernes, 2 de diciembre de 2022

Nuevo capítulo

 

Hoy,  entre tanta gente sin rostro,

puedo darme el permiso de sentir el derrumbe.

Que cada lágrima de enojo y frustración,

den paso a   ese mar que aún por razones extrañas sigo reteniendo.

Ocho milímetros  de roca arcaica   vuelven a dejarme otra vez vulnerable,

sin mucho horizonte, sin proyectos a corto plazo.

Esta vez, juego con  la ventaja de saber cómo va a doler, y de noches sin dormir.

Afrontar sintiéndome  continente, hay mucho que sostener.

Quizás por esa razón, no me quedé esa noche  a contemplar ese amanecer.

Y esas   palabras que comenzaron a  efervescer en mi mente al compás de mi latido asustado e  incrédulo,  no quise decírtelas y

 las dejé volar a esas alturas. 

Esta noche  puedo, vacilar frente a la luna.

Escuchar el ladrido de los perros huérfanos.

Sentir el aire un poco fresco.

Cerrar los ojos y escucharme en la súplica

Abrazarme al silencio y a la  figura imponente que es la soledad. 

Mañana será otro día.

Mañana.

 


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